Pausa y debates informales en el Centro de Epistemología, c. 1972. Foto Alain Perruchoud
Una personalidad carismática, Jean Piaget a menudo entusiasmaba a sus compañeros y estudiantes. Sus redes se multiplicaron rápidamente y dieron lugar a numerosas colaboraciones, tanto por el uso de sus métodos de investigación como por la confrontación de puntos de vista en un contexto interdisciplinario.
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Redes malacológicas
Desde los 11 años, el pequeño Jean asistió al Museo de Historia Natural de Neuchâtel donde su interés se cristalizó en el estudio de los moluscos. Gracias a esta pasión, a partir de los 12 años, se apropió de métodos de trabajo rigurosos que le permitieron frecuentar las redes internacionales de los naturalistas de su tiempo. Así, a partir de los 16 años, dominó una de las dimensiones fundamentales de la actividad científica: el intercambio y la discusión argumentada en el seno de las redes de investigadores. Entre 1912 y 1916, mantuvo correspondencia con investigadores de Suiza, Francia, Italia, Alemania, Dinamarca, Suecia, Polonia y los Estados Unidos.
«No sé qué haría sin todos mis colegas»
El número de colaboradores que han contribuido a las publicaciones de Jean Piaget es de casi 350, una cifra excepcional en las ciencias humanas. Ya en los años 20, sus cursos sobre el desarrollo infantil despertaron entusiasmo y muchos estudiantes del Instituto Rousseau —a menudo mujeres— participaron en el desarrollo de la obra. Bajo la dirección del «Patrón», proporcionaron al programa de psicología y epistemología genética la base para la publicación de más de 80 obras firmadas por «Piaget y colaboradores» entre 1920 y 1990.
El «Patrón»
«Querido Patrón»… Muchas cartas de los colaboradores de Piaget empiezan con esta fórmula de cortesía, instituida después de la Segunda Guerra Mundial. Los estudiantes del Instituto Rousseau se dirigían a él para acercarse a las diversas aristas del programa de investigación: estudio del desarrollo de las categorías fundamentales de la inteligencia, invención de nuevos experimentos para operacionalizar ciertos conceptos, desarrollar entrevistas clínicas con niños, redactar protocolos, o solicitar la dirección de una tesis. Dirigirse al «Patrón» era el camino formativo de muchos psicólogos formados en la Escuela de Ginebra.
Interdisciplinariedad
Los múltiples intereses intelectuales de Piaget, así como su espíritu de síntesis, le llevaron a interesarse por diversas disciplinas como la biología, la psicología, la filosofía, la epistemología, la lógica, la sociología o la cibernética. Son pocas las disciplinas que no se beneficiaron con sus escritos. A mediados del decenio de 1950, la creación del Centro Internacional de Epistemología Genética dio pleno sentido a esta vinculación de las distintas especialidades al establecer un marco y unas normas para la realización de encuentros interdisciplinarios eficaces y heurísticos.
Panel interdisciplinario del Centro de Epistemología en junio de 1976: de izquierda a derecha: P. Gréco (psicología), L. Apostel (lógica), J. B. Grize (lógica), I. Prigogine (física), C. Nowinski (filosofía), E. Heer (física), A. Munari (psicología), J. Piaget (epistemología), B. Inhelder (psicología), P. Weiss (neurobiología), S. Papert (informática).
El aura internacional
Es a través de la publicación de sus obras, sus numerosas traducciones —que comenzaron en 1926—, así como las redes de los colaboradores que regresaron a sus países de origen, que el aura internacional de Piaget tomó forma gradualmente. Como signo de esta sinergia, la traducción inglesa de Le jugement moral chez l’enfant se publicó en 1932, el mismo año que la edición original francesa. La formación de un movimiento piagetiano, arraigado en la Escuela de Ginebra, pero con ramificaciones en todo el mundos, fue, sin embargo, un fenómeno de posguerra, cuando Piaget se convirtió en el erudito suizo más conocido del mundo.
